Cómete a los ricos.
Ni talento excepcional, ni esfuerzo titánico, ni ideas revolucionarias. La lista de Forbes de jóvenes milmillonarios es un claro ejemplo de la hipocresía del sistema capitalista y la falacia de la meritocracia: por primera vez en 15 años, todos los milmillonarios menores de 30 han heredado su fortuna.
Livia Voigt, la multimillonaria más joven del mundo, con solo 19 años, no ha creado ninguna empresa ni ha desarrollado ninguna innovación. Su fortuna proviene de la participación en la empresa fundada por su abuelo. Lo mismo ocurre con los hermanos Mistry, herederos de un imperio empresarial, o con los hijos del magnate Leonardo del Vecchio.
La meritocracia, ese mantra que nos repiten hasta la saciedad, se diluye ante la realidad. No hay esfuerzo personal que pueda competir con nacer en una familia rica. El sistema está diseñado para perpetuar la desigualdad, premiando a unos pocos por su cuna y condenando a la mayoría a una vida de trabajo precario.
Y la "gran transferencia de riqueza" que se avecina no es más que la consolidación de un sistema oligárquico. 84 billones de dólares irán a parar a manos de herederos, perpetuando el poder y la riqueza en una pequeña élite. Es hora de desmontar el mito de la meritocracia y exigir un sistema justo que no recompense la cuna, sino el talento, el esfuerzo y el aporte a la sociedad.
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