Aceptar a las personas como son no significa permitirles quedarse en cualquier lugar de tu vida. Todos merecen respeto, pero no todos merecen acceso ilimitado a tu energía, tus sueños ni tu paz. A veces, confundimos el amor con la obligación de mantener vínculos que nos drenan, solo por historia o costumbre. Pero, ¿de qué sirve ser leal a alguien que no es leal a tu bienestar?
Aceptar no es tolerar lo intolerable. Es ver con claridad quién es quién y decidir, con amor propio, dónde ubicar a cada quien. Algunas personas están para estar cerca, otras para saludarlas de lejos… y otras, simplemente, para dejar ir.
Los efectos de no poner límites son claros: estrés, desgaste emocional, pérdida de identidad. En cambio, ubicando a cada quien en su lugar, te liberas, tomas el control de tu espacio personal y haces espacio para relaciones más sanas y recíprocas.
Practica el discernimiento sin culpa, comunica con claridad y cuida tu energía como tu recurso más valioso.
¿Has notado cómo cambia tu vida cuando reorganizas tus relaciones?
#Reflexiones
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