Buenos días,
El periodista Pedro Vallín está siendo víctima de un linchamiento. En la era de las redes sociales esto no es nuevo, pues es tristemente habitual que cada día alguien sea víctima de una persecución digital y, también, presencial. A veces se trata de comportamientos espontáneos, pero muchas otras veces son campañas orquestadas con el objetivo de lesionar la imagen, dignidad y posición de un blanco específico. Esta vez le ha tocado a Vallín, pero mañana será cualquier otro.
Uno de los valedores más fieles de la amenazada libertad de expresión en las últimas décadas ha sido precisamente Pedro Vallín, quien en coherencia con su esquema de valores ha promovido desde todas sus tribunas el derecho a expresarse libremente contra el poder. Incluso, y esto es importante, también –incluso, sobre todo– para aquellos que lo hacen mediante el mal gusto. Porque el humor puede ser exquisito, soberbio, audaz e inteligente, pero también puede ser zafio, burdo, primario y obsceno. Pero, y he aquí la clave, el mal gusto no debe ser un delito. Uno debe ser capaz de atajar las críticas por el ejercicio de esa libertad de expresión, también las más duras, pero no debería ser sancionado legal o profesionalmente por ello. Cuando esto sucede, como es el caso de Vallín, estamos ante una muestra de debilidad del sistema de valores que apuntala al sistema social. Que es, básicamente, lo que estoy diciendo sobre la fragilidad de las democracias representativas.
https://www.eldiario.es/opinion/zona-critica/linchamiento-expresion-debilidad-democratica_129_11926801.html
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